¿Eres una madre altamente sensible? Esto que parece una doble etiqueta “madre” y “PAS” (si quieres saber mi opinión sobre si el término PAS es una etiqueta haz clic aquí) no deja de ser una realidad que viven miles de mujeres.

 

Llevamos ya varias semanas hablando del rasgo PAS en los niños, cómo acompañarlos, como ayudarlos a sacar todo su potencial, huir de los clichés y errores más habituales…

 

Y hoy quería hablar de vosotras, las mamás que sois PAS.

 

Puede que, como yo, lo descubrierais al investigar sobre vuestros hijos, o ya lo sabíais… da igual. El hecho es que lo sois y si ya de por sí, la maternidad no es fácil, siendo PAS puede convertirse en un auténtico desafío.

 

La buena noticia es que puedes darle la vuelta a la tortilla, y hacer de tu rasgo PAS una ventaja.

 

Una cosa está clara: ni todas las personas altamente sensibles son iguales, ni todas las madres con este rasgo lo son.

 

Hay tantas maternidades como mujeres.

 

Ya sabes cómo nos afecta en lo que hoy somos, la crianza que recibimos en nuestra infancia y en nuestra adolescencia. Y esto también afecta al tipo de madre en que nos hemos convertido.

 

Si en tu infancia se negó tu sensibilidad, si no te dejaban expresarte, si te etiquetaron como “sensiblona”, “movida”, “rebelde”, “discutona”… si tus padres o maestros trataban de controlar, negar o anestesiar tus emociones, si no se respetaba tu necesidad de soledad, de intimidad, de privacidad… en este caso, es probable que “anularas” o te “anularan” tu alta sensibilidad y estés repitiendo esto mismo con tus hijos (sean o no PAS).

 

¿Cuáles son los obstáculos de una madre PAS?

 

Cuando conociste a tu hijo o a tu hija… ese primer contacto… ¿te enamoraste de él o ella a primera vista? ¿Sentiste una conexión especial? ¿Única?

 

¿O tal vez, necesitaste un tiempo (días o semanas) para conectar? ¿Tal vez te sentías extraña, no era lo que esperabas?

 

Cuando nos quedamos embarazadas, todo lo que leemos trata sobre ese amor a primera vista, ese flechazo instantáneo cuando por fin tienes en tus brazos a tu bebé. Pero es que hay otra posibilidad que no se cuenta. Y como no se cuenta, al vivirla, te sientes mala madre, te sientes un alien que no ha conectado con su bebé, aunque sea lo que “debería pasar”. Porque lo dicen todas las madres ¿no?

 

La verdad es que esta segunda opción ocurre muchísimas más veces de lo que piensas. Pero es un tema tabú, del que no se habla demasiado en círculos de madres.

 

Y aquí empieza la rueda de la culpa.

 

Puedes pensar que las madres altamente sensibles (porque son muy sensibles, oiga) si o si deben amar y conectar con su bebé desde el primer segundo.

 

Bueno, pues puede que si, o puede que no. Depende. Os decía al principio que hay tantas maternidades como mujeres, e incluso que se nos haya anulado el rasgo PAS después de haber sido erróneamente etiquetadas en nuestra infancia. Puede que tuvieras un parto no respetado, que te sintieras sola, que no fuera como lo habías soñado.

 

Muchas cosas pueden afectar a ese primer momento.

 

Mi primer parto fue muy traumático, nada respetado, pero fue tanta mi preparación previa (mental, física y emocional), que si sentí ese amor a primera vista. Pero el que no te haya pasado a ti no significa que seas mala, anti-natural, simplemente que las emociones, el amor y la maternidad no es una regla matemática, y más cuando hay infinidad de cosas que se callan.

 

¿Es tu caso? ¿Te sucedió algo parecido?

 

Pues si fue así, tranquila. Ni eres rara, ni eres mala madre, ni eres una desapegada. Lo bonito de la maternidad es que serás madre siempre, así que puedes aprovechar esta oportunidad que nos da la vida para construir una relación maravillosa con tu hijo o hija.

 

Porque el amor se construye día a día, no es cuestión de minutos u horas.

 

¿Y a qué viene todo esto?

 

Pues a que si bien, esto le puede pasar a cualquier madre del mundo, si le pasa a una persona altamente sensible, las emociones que puede sentir son apabullantes, la culpa puede ser demoledora, y puede afectar a la crianza a largo plazo si no “nos trabajamos” un poquito.

 

Así que ahora que, espero, estés más tranquila con esto de no sentirte “mala madre” (no confundir con “malasmadres”, que no quiero robar ningún copywrite) y que no eres la única que empezó sus vivencias maternales con el pie izquierdo, voy a contarte los principales obstáculos que pueden dificultar la crianza de tus hijos si eres una madre PAS.

 

 

 

¿Cuáles son los obstáculos de las madres PAS?

 

 La falta de intimidad.

Las personas altamente sensibles solemos disfrutar de la soledad, de estar con nosotras mismas, de tener nuestros ratitos. Y esto, cuando te conviertes en mamá, desparece. Ya desde el embarazo, cuesta encontrar momentos de intimidad. Entre médicos, matronas, parejas, amigas… imposible. Y cuando nace el bebé, menos todavía. Esto puede ser difícil de gestionar y puede conducir a una mamá saturada, a la que si unimos la falta de sueño, tenemos el desastre servido si no lo asimilamos pronto y aceptamos que, durante un tiempo (años, si, años), esto será así. Si te pasa y te está consumiendo el estrés, pide ayuda. Busca ratos en los que tu pareja, tu madre o tu vecina, cuide a tu bebé mientras tú te das una ducha larga, escuchas algo de música relajante, o meditas. Lo que elijas está bien, siempre que sea tu sola.

 

Las visitas.

O pones límites, o tu casa (o la habitación del hospital) se convierte en el lugar habitual de las quedadas familiares.

 

La culpa.

Ya he hablado de la culpa en la maternidad en este artículo. Esto es para todas las madres, está claro, pero si eres PAS, lo puedes llevar a un extremo difícil de gestionar. Si estás mucho con el bebé, porque estás mucho con el bebé, si estás poco, porque estás poco, si trabajas porque trabajas, si no trabajas, porque no trabajas. Da igual. La buena noticia es que puedes trabajar tu desarrollo personal y maternal para que la culpa deje de estar presente y sea algo residual, que de vez en cuando asoma la cabeza, pero serás capaz de decir “gracias culpa, pero no te necesito”.

 

La perfección.

Es un hecho: hay personas perfeccionistas y luego están los PAS. Aunque no todos, me atrevería a decir que la mayoría de PAS somos altamente perfeccionistas. Tanto en el trabajo como en casa, nos gustan las cosas perfectas (según nuestra visión de perfección, claro). El problema es que ese ansia por la perfección nos puede hacer perder de vista lo más importante: disfrutar. Disfrutar de nuestra nueva situación, de nuestro hijo o hija, de lo que haces y de lo que dejas de hacer. Este perfeccionismo nos puede hacer caer en el error de enfocarnos en lo que no estamos haciendo bien, en lo que podríamos haber hecho mejor, en que no estás acompañando bien a tu hijo, que no estás segura de si lo estás haciendo bien… BASTA. Ahora que lo sabes, aprovecha la oportunidad para trabajar tu lado PAS y pasar del “es que no se…” al “lo he hecho y tal y como está, está bien”.

 

El entorno.

Mensaje para todas las madres que me lean (sean o no PAS): El entorno y la sociedad te van a criticar hagas lo que hagas. Que si lo coges mucho, lo coges poco, das teta, das biberón, haces colecho, duerme en su cuna, porteas, usas carrito… da igual. La opinología se ha convertido en una profesión y hay quien la ejerce de forma sistemática.

Mi consejo para todas: haced lo que os nazca del corazón. Y al resto, asiente y sigue haciendo lo que te dicta el corazón. Punto. Vale, si, esto requiere práctica, pero se puede hacer. Si quieres saber cómo, puedes ver este vídeo en mi canal de YouTube para saber cómo contestar a las críticas de tu entorno.

 

Las emociones intensas.

Las madres PAS solemos ser muy emocionales, tanto para lo bueno como para lo malo. Somos apasionadas en nuestra forma de sentir y también de hablar, lo que puede confundirse con prepotencia o con rudeza. Además, al ser emocionalmente “intensas” podemos desbordarnos con más facilidad y caer en los gritos o los tonos excesivamente fuertes. Y si encima fuiste criada con gritos, peor me lo pones. Aquí si es importante hacer un parón y trabajar primero tu infancia, e incluso formarte para trabajar tu autoestima y la gestión de tus emociones, para lograr el tan ansiado AUTOCONTROL.

 

Pero oye, anímate que no todo son obstáculos. Hay muchos aspectos positivos en ser una madre PAS (y si encima los obstáculos los conviertes en aliados, serás imparable).

 

Las cosas buenas de una mamá PAS.

 

 

Que sí, que hay cosas buenas, muy buenas.

 

Ahora que sabes que eres PAS, puedes trabajar para gestionar tu sensibilidad y tus rasgos característicos, para convertirlos en ventajas y lograr el equilibrio.

 

Empatía: es un rasgo característicos de las personas altamente sensibles, y esta empatía, bien gestionada, te ayudará a ponerte en el lugar de tu hijo o de tu hija, y acompañarlo de forma respetuosa (y si no sabes cómo educar de forma respetuosa, ya sabes que tenemos la mejor formación para ello 😉

 

Intuición: las PAS tienen gran capacidad de intuición. Y esto, en la crianza, es una maravilla, porque simplemente prestándole atención y siguiendo sus dictados (a pesar de lo que diga el entorno), podrás dar una crianza preciosa a tus pequeños.

 

El perfeccionismo: si antes veíamos el perfeccionismo como un obstáculo, cuando aprendes a manejarlo, podrás enseñar a tus hijos la belleza del esfuerzo, con independencia del resultado. El perfeccionismo puede ser altamente motivador, aunque obviamente, mal gestionado, puede ser fuente de frustraciones constantes (atenta si tu hijo es PAS, porque con esto vas a tener trabajo).

 

La naturaleza: Todos conocemos los beneficios de la naturaleza y el aire libre en los niños. Pues aprovecha este rasgo para llevar a tus hijos a la naturaleza. A mí me pueden llamar abraza-árboles, pero me da igual, me encanta que mis hijos aprendan a observar la energía de todo lo que está vivo, incluyendo un árbol, si.

 

El arte: vale, yo no es que sea muy artística (no me verás en demasiados museos). A mí me gusta dibujar, adoro leer, y me encanta la música. Seguro que a alguna os pasa también que escucháis una canción o una melodía por primera vez, y de pronto se os saltan las lágrimas. También os puede pasar, como a mí, que si os gusta un libro, lo podéis leer 20 veces, y cuando lo acabas, esperas que llegue la 21. O si te gusta una canción, las repetís en bucle tantas veces que hasta a ti misma te asusta. ¡Y no te cansas! También me pasa que pongo desde el principio una canción, esté en el minuto que esté, si me doy cuenta de que no la estoy viviendo y sintiendo como merece. A mucha gente le parecen rarezas, a mi me parece un rasgo que es parte de mi.

 

Saber que ser PAS es un regalo: y esto es lo que transmitirás a tu hijo PAS. Que no es un niño raro. Simplemente es un niño, que si, que a lo mejor tiene ciertas “manías” (a ojos de un ajeno) como por ejemplo mi hijo Pablo, que las cosas deben estar simétricas para él encontrarse a gusto, pero que tiene un gran potencial para hacer grandes cosas desde la empatía, el amor, la creatividad, la perfección…

 

Y recuerda, todo lo que desarrolles en ti misma de ser PAS, será lo que aprendan tus hijos, ya que tú eres su espejo, eres la principal fuente de aprendizaje.

 

¡Aprovéchalo!

 

Espero que os haya gustado el artículo y que me dejes un comentario para saber qué te preocupa, cómo gestionas tu lado PAS… ¡lo que quieras!

 

 

Con cariño,

Laura

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