En este post te quiero hablar de la frustración, y de cómo ayudar a los niños a gestionar la frustración con la crianza respetuosa.

La frustración es una emoción que todos, en mayor o menor medida, sentimos. Y los niños me atrevería a asegurar que la «sufren» más todavía que los adultos. O tal vez no más, pero si que tienen el problema de que todavía no tienen las habilidades necesarias para gestionar la frustración.

Aprender a manejarla, tolerarla y gestionarla no es fácil. Requiere de un proceso de aprendizaje largo, que empieza desde que son bebés.

Uno de los objetivos fundamentales de la crianza respetuosa es enseñar a los niños a gestionar y tolerar la frustración.

Y aquí vamos a ver cómo.

 

frustración en los niños

¿Qué es la frustración?

 

Según el diccionario, la frustración es «la imposibilidad de satisfacer una necesidad o un deseo, y el sentimiento de tristeza, decepción y desilusión que esta imposibilidad provoca»

  • Tu hijo quiere una galleta. Le dices que no, que es la hora de comer… rabieta.
  • Tu hija quiere una chuche del chino. Le dices que no, que ya comió ayer… rabieta.
  • Tu hijo está haciendo una torre de lego y se cae… rabieta.
  • Dibujo que no sale como quieren, tener que ir a la ducha, apagar la tele porque toca cenar o ir a la cama, el calcetín le molesta, quería la falda verde y no la azul, no quiere espaguetis, quería macarrones, ha perdido en un juego (o en cualquier juego), ha recibido un no a una petición o exigencia, toca ir a la cama, quiere seguir jugando, le molesta la etiqueta de la camiseta, no consigue abrocharse la chaqueta o los zapatos…

💥 RABIETA 💥

¿Te das cuenta de que cualquier situación cotidiana, puede ser motivo de una rabieta?

Pues todas estas rabietas se deben a la frustración que les genera la imposibilidad de satisfacer su necesidad o deseo, y esto les crea rabia, decepción, ira, tristeza… lo cual, normalmente, deriva en rabieta.

 

La importancia de ayudar a los niños a gestionar la frustración desde la crianza respetuosa

 

Ayudar, enseñar y guiar a nuestros hijos para que toleren la frustración o, al menos, la sepan gestionar, es fundamental para tener hijos emocionalmente sanos.

Ya no solo hablamos de frustración, sino también de todas las emociones que sentimos. Sea rabia, ira, decepción, desmotivación, tristeza, enfado…

Ya me lo has oído/leído, que todas las emociones son necesarias, todas. Sin embargo, en función de cómo las gestionemos, nos ayudarán o nos impedirán crecer.

Dar a los niños una crianza y educación respetuosa, va a ayudarles a comprender sus emociones, aceptarlas, gestionarlas, y crecer sanos.

Y de paso, enseñamos a los niños a ser capaces de afrontar los problemas y limitaciones que si o si se van a encontrar a lo largo de la vida, y que si o si, les va a causar frustración.

 

¿Tengo que frustrar a mi hijo o hija para que aprenda?

 

Los niños se enfrentan a situaciones que les generan frustración prácticamente desde que nacen, y desde la crianza respetuosa les vamos a ayudar a aprender de dichas situaciones.

 

👉 Frustración provocada por la edad o por el tamaño

 

El bebé que quiere girarse, levantarse, sentarse solo, y no puede.

El niño que empieza a caminar y se cae continuamente.

La niña que quiere alcanzar algo, pero por su altura no puede.

Estas son frustraciones naturales que van a vivir. Todavía no son conscientes de su «incapacidad» para hacer cosas por si mismos, y les va a generar frustración. Además, a esa edad, con toda probabilidad, esa frustración derivará en rabieta (a veces, 7 rabietas encadenadas 🤦‍♀️)

TIP: Adaptar la casa a su tamaño, salvo aquello que sea peligroso/delicado. Cuanto más fácil les pongamos la exploración, el descubrimiento, etc. menos frustración sufrirán y más seguros de si mismos crecerán. 

También la edad es un factor importante para la frustración. El juego es su principal fuente de aprendizaje, pero también un foco de frustraciones cuando no consiguen hacer lo que quieren (encajar piezas, hacer una torre que no se caiga, jugar a lo que juegan los mayores…)

Estas frustraciones son necesarias y educativas, porque les enseñan dónde están sus propios límites, aprenden a través de ensayo-error, aprenden a ver los errores como oportunidades de aprendizaje, empiezan a comprender cómo funciona el mundo.

Eso no significa que no debamos ayudarles con su frustración, y con la rabieta que puede generar. Recuerda que, tal y como decimos con la crianza respetuosa, ellos todavía no son capaces de gestionarla, ni de calmarse solos (olvida eso de «vete y cuando te calmes hablamos). Nos necesitan para calmarse. Somos sus amortiguadores emocionales.

Tampoco significa hacer las cosas por ellos.

Ayudar si, eso de «deja que ya lo hago yo» no.

TIP: Aprender a acompañar las rabietas es clave para enseñarles, poco a poco, a entender sus emociones, y que llegue el ansiado «autocontrol». En este vídeo puedes ir aprendiendo. 

 

 

👉 Frustración motivada por los adultos

 

Está claro que vamos a tener que decir no a nuestros hijos. El problema es que, por norma general, decimos demasiadas veces no. Pero como adultos, nos toca analizar cuántos de esos noes son lógicos (por seguridad, salud o bienestar) y cuántos son por costumbre, porque nos viene mejor, porque no tenemos tiempo… o de esos de «porque lo digo yo», ya que ahí estamos frustrando a nuestros hijos sin motivo, y generando rabietas innecesarias.

Un ambiente lleno de NOES, de prohibiciones, en el que el niño o niña siente que no tiene libertad para actuar, no puede ser niña o niño, no puede decidir, no puede explorar… va a generar malas conductas por parte del pequeño o pequeña, además de que estaríamos yendo en contra de su propia autonomía y seguridad.

TIP: Calcula cuántos noes les dices a tus hijos en un día. Ese cálculo te dará una idea de si tus hijos viven en un ambiente demasiado restrictivo, contrario a la esencia de la crianza respetuosa. Analiza cuáles de esos noes son inevitables, y deben ser no, y cuáles de ellos podrían haber sido si. 

 

 

👉 Frustración motivada por otros niños

 

Los niños pequeños todavía no pueden sentir empatía, es decir, no pueden ponerse en el lugar de otro (necesitan desarrollar más su cortex prefrontal, y hasta los 5 años mas o menos, no tendrán suficiente desarrollo).

Los niños son egocéntricos por naturaleza (que no egoístas, ojo). Están centrados en sí mismos, y esto es normal en la primera infancia. Y además, debe ser así, porque es el proceso que siguen para desarrollar su  propia autoestima y personalidad.

Por tanto, una discusión por un juguete, un niño que le quita a otro un cochecito, el famoso tema de compartir (aquí puedes leer cómo enseñar a tu hijo a compartir), es normal, es un proceso, y nos necesitan para gestionar esa frustración que les genera no conseguir el juguete del otro niño.

Los niños sólo piensan en ellos mismos, al menos hasta los 4 años que empiezan a sociabilizar y comienzan a salir de sí mismos para tener en cuenta al otro. En este momento, comienzan a considerar más las emociones de los otros niños pero aún carecen de habilidades sociales para demostrarlo, ya que esto requiere entrenamiento. Los niños nos necesitan en esa práctica. Por tanto, los padres debemos guiarlos para que aprendan a tolerar esta frustración.

 

 

Consejos para ayudar a los niños a gestionar la frustración desde la crianza respetuosa

 

Ser ejemplo

 

La crianza respetuosa implica que aquello que queramos que aprendan los niños, debemos aprenderlo primero nosotros, y ser ejemplo.

Una actitud positiva de los padres al afrontar situaciones adversas es el mejor ejemplo para que los hijos aprendan a gestionar su frustración.

Acompañar sus rabietas desde la calma, con empatía y comprensión, como medio para ayudar a los niños a gestionar su frustración, les enseñará a entender sus emociones, y les permitirá adquirir habilidades (que previamente modelas tú) para expresar esas emociones de forma adecuada y no a través de malos comportamientos.

 

Motivar

 

Valorar el esfuerzo y no el resultado es clave para ayudar a los niños a gestionar su frustración. Este trabajo se debe hacer durante mucho tiempo, a ser posible, siempre, cada día, mientras nuestros niños son niños. Porque es un trabajo constante que hará que los niños construyan una personalidad asertiva y empoderada, una autoestima alta, y que no pongan el foco en el resultado, sino en el proceso.

 

No sobreproteger

 

Evitar que los niños vivan situaciones frustrante, no les ayuda en absoluto. La vida es la que es, y ellos deben aprender que no se vive en una burbuja. La sobreprotección impide a los niños afrontar el fracaso.

A veces nuestros propios miedos o experiencias pasadas nos hacen temer que les pueda pasar lo mismo a nuestros hijos. Sin embargo, ellos deben vivir, experimentar, caerse y levantarse, siempre con nuestro apoyo y guía.

Debemos dejar que los peques hagan aquello que pueden hacer, que se equivoquen, lo vuelvan a intentar, y permitirles sus tiempos (lo harán despacio y mal, hay que asumirlo, pero debemos invertir tiempo en educar).

 

No generar frustraciones a propósito. 

 

Eso no ayuda, no enseña. Ya van a vivirlas de forma natural, así que no pongamos nosotros más piedras en su camino.

 

Darles autonomía  

 

Vamos a ir poco a poco, soltando cuerda, y dejando que hagan las cosas por si mismos. Sé que nosotros las haríamos mejor y más rápido, pero si de verdad queremos que nuestros hijos aprendan, crezcan, con autoestima, con confianza, y con tolerancia a la frustración, necesitan entrenar, y nosotros necesitamos darles el tiempo y la paciencia necesarias.

No hacer las cosas por ellos, sino dejarles que ellos lo hagan, alentar su esfuerzo, ayudarles cuando sea necesario, o cuando nos pidan ayuda.

Podemos convertir la frustración en aprendizaje. Los errores y los conflictos son maravillosas oportunidades para que el niño (y nosotros) aprenda cosas nuevas y las interiorice. Puedes usar preguntas de curiosidad (¿Qué podemos hacer si se cae la torre?, ¿Cómo podemos resolver esto la próxima vez que pase? ¿Cómo crees que podrías hacer este dibujo? ¿Necesitas ayuda?).

De esta forma, podrá afrontar el problema por sí mismo cuando vuelva a presentarse, e ir aprendiendo alternativas a las reacciones normalmente violentas que genera la frustración.

 

No negar las emociones ni minimizar el llanto

 

Decía antes que todas las emociones son necesarias, y nos ayudan a sobrevivir.

Si el peque llora porque se le ha roto un juguete, porque se le ha caído la torre de lego, porque le han quitado un juguete… debemos permitir ese llanto, está en todo su derecho a llorar.

El llanto es liberador, es una respuesta natural y necesaria. En vez de negarlo, vamos a validarlo, a normalizarlo (es normal que llores cariño, es muy frustrante esforzarte y que de pronto, se caiga la torre).

 

¿Te ha ayudado este artículo? Me encantaría que me des tu opinión… ¡te leo en comentarios!

Con cariño,

Laura.

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