7 consejos para mejorar el comportamiento.

El mal comportamiento de los niños es algo que nos destapa sobremanera.

Nos sentimos retados, desafiados… y eso nos hace reaccionar con ira, con rabia, nos destapa de tal forma que somos capaces de hacer y decir cosas que, por un lado, no resuelven en absoluto la situación, y por otro, empeoran el mal comportamiento, haciéndonos encima sentir súper culpables.

Cuando nos gritan, nos pegan, tiran un vaso a propósito (un vaso o lo primero que pillen a mano)… ufffffff. Explosión a la vista.

Si te sientes sobrepasada por los malos comportamientos de tus hijos, calma.

Te voy a dar 7 consejos para que empieces a ayudar a tu/s hijos a mejorar su comportamiento, sin necesidad de gritar o amenazar (y mucho menos castigar).

 

7 consejos para mejorar el mal comportamiento

 

1. Entender el mal comportamiento.

No todo lo que hacen los niños es un mal comportamiento, aunque éste sea inadecuado.

La mayor parte de las veces, el mal comportamiento es en realidad un comportamiento normal de un niño. Un niño que todavía no tiene suficiente edad, desarrollo cerebral, que todavía no ha aprendido alternativas a sus explosiones emocionales, falta de aprendizaje o falta de habilidades.

El mal comportamiento, no es más que malas decisiones. Y la realidad es que los peques se equivocan (como todo el mundo).

Podríamos penalizar esa equivocación, con un castigo, con un grito… pero ¿de qué sirve? de nada. Sólo habrán aprendido que equivocarse es malo, que hay que esconder el error para evitar el grito, el castigo, la humillación…

Si entendemos qué es realmente el mal comportamiento, será más fácil redirigirlo sin nosotras perder los nervios, porque dejarás de tomártelo como algo personal, dejarás de reaccionar, y pasarás a responder de forma efectiva y respetuosa.

 

2. Tiempo especial.

Pasar tiempo en exclusiva con cada uno de tus hijos, diariamente, es una de las mejores prácticas para que los niños mejoren su comportamiento.

Bastan 10-15 minutos de dedicación exclusiva para que tu hijo se sienta especial, atendido, importante y perteneciente.

Que sea él o ella quien decida a qué jugar. Dale el poder de elegir y decidir. Como ves, estarás llenando su cofre de poder y su cofre de atención en un sólo movimiento. Piensa que si los niños no reciben la atención que necesitan (la que ellos necesitan, no la que tu crees que necesitan), la van a pedir de forma inadecuada, de forma negativa, porque para ellos es mejor atención negativa, que falta de atención.

 

3. Establece rutinas simples y claras.

Establecer rutinas en casa es una de las herramientas más valiosas y sencillas de conseguir no tener que repetir las cosas 20 veces.

Todos los niños necesitan rutinas. Les ayuda a entender el funcionamiento de la familia, del colegio… además de darles seguridad. Porque saber lo que toca hacer en cada momento, y lo que viene a continuación, da seguridad.

Prueba a establecer junto con tus hijos las rutinas de los momentos más conflictivos del día (las mañanas, la vuelta del cole, las noches…) y permite que decida tu hij@:

«Ahora toca dientes y pijama ¿prefieres ponerte primero el pijama y luego dientes, o primero dientes y luego el pijama?»

«¿Qué viene a continuación?»

Hay que tener cuidado y evitar algunos errores habituales en el establecimiento de rutinas. Puedes conocer estos errores aquí. 

4. Motívalos.

Los niños son colaboradores natos… hasta que llega un adulto y se lo carga.

Cuando imponemos, obligamos o exigimos, generamos una respuesta automática de su cerebro primitivo: oposición, negativa, rebeldía.

En realidad eso nos pasa también a los adultos. Tu que prefieres: ¿que te pidan algo o que te exijan o impongan algo?.

Cuando motivamos a los niños a colaborar, va a ser más fácil inculcar ese hábito, y que poco a poco, vaya asumiendo responsabilidades en casa.

Motivar no es premiar o halagar. Motivar es agradecer, valorar el esfuerzo, enfocarse en lo que si han hecho, pedir las cosas y aceptar un no por respuesta. Con niños pequeños, la mejor forma de motivar es a través del juego, convirtiendo algo aburrido en algo divertido, hasta que se haya adquirido el hábito (por ejemplo, poner la mesa).

 

5. Muchos síes y pocos noes para mejorar el comportamiento. 

Esto suele generar confusión… Si digo muchos síes ¿no le voy a consentir?.

La realidad es que los niños viven en un eterno NO. No saltes, no corras, no grites, no hagas esto, no hagas lo otro… y eso es insoportable (prueba a calcular cuántos noes dices a lo largo del día, e imagina que eso mismo te lo hicieran a ti… duro ¿eh?).

Cuando los síes abundan en casa, es más fácil para los niños aceptar un no. Y así, reservamos los noes para lo que realmente es imprescindible que sea no (normalmente, para preservar su seguridad y bienestar).

 

6. Etiquetar provoca malos comportamientos. 

Las etiquetas son muy fáciles de poner… y muy difíciles de quitar. 

Son la profecía autocumplida, los niños acaban por creerse que ellos son lo que les decimos que son.

Si digo que es un vago, que es perezosa, mal estudiante, inquieta, mala, malo… ellos se lo van a creer a pies juntillas, y por tanto, se comportarán como lo que son.

Las consecuencias de etiquetar son lo contrario a lo que pretendemos al etiquetar. En vez de eliminar el comportamiento inadecuado, lo que hacemos es enfatizarlo y que se acabe convirtiendo en parte del ser del niño o de la niña: si me dicen que soy vaga, es que soy vaga, y por tanto, me comporto como una vaga, porque eso es lo que soy.

Como alternativa, enfócate en lo que hace, no en lo que es: «no eres pegón, simplemente a veces pegas».

 

7. Convierte a tus hijos en solucionadores de problemas. 

El enfoque en soluciones es la principal alternativa al castigo.

Ante un problema ¿Cuál es la solución? 

Buscar culpables solo genera resentimiento. Hay un ganador y un perdedor, y eso no genera buenos comportamientos. En su lugar, trabaja la horizontalidad, un win-win.

Pregunta a tu hijo qué se le ocurre para solucionar el problema, o si es pequeño o tiene poca práctica, propón tu alternativas.

Enfócate en solucionar, no en penalizar. Así, además de aprender a asumir responsabilidad, entenderá que los errores no son malos, sino que nos permiten aprender.

Para terminar: 

 

No te olvides que la crianza respetuosa es un enfoque a largo plazo, ahora sembramos para recoger más adelante.

No tenemos prisa, porque cada día, con cada conflicto, estamos enseñando habilidades valiosísimas de vida: responsabilidad, empatía, paciencia, amor incondicional, autonomía…

Las prisas, las urgencias, son grandes enemigos de la crianza. Los niños necesitan sus tiempos para crecer, aprender, entender lo que se espera de ellos, lo que pueden o no pueden hacer. Están probando, desafiando y experimentando, por su propio mandato biológico.

Tu también estás en un proceso: un proceso de cambio, de transformación, de superación. Sé empática y amable con tus propias necesidades, y con tu propio proceso.

Y si te equivocas, enhorabuena!!!!! porque es una magnífica fuente de aprendizaje.

¿Te han servido estos 7 consejos para mejorar el comportamiento? Si es así, me encantaría que me lo cuentes en comentarios y lo compartas a quien creas que lo puede necesitar.

Y si tienes dudas, ya sabes dónde estamos.

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Con cariño,

Laura

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