Últimamente hemos tenido muchas consultas sobre las rutinas, cómo establecerlas, qué hacer si los niños no quieren hacer lo que toca…

 

En el blog podéis encontrar varios artículos donde os contamos cómo hacer vuestro cuadro de rutinas (puedes leerlo aquí) , así que hoy os vamos a contar los 4 errores más habituales que cometemos cuando intentamos establecer rutinas en casa.

 

¿Vamos al lío?

 

Estos son los errores más habituales:

 

1. Meter prisa al niño

 

Lo hemos dicho muchas veces y no nos cansamos de repetirlo: cada niño tiene su propio ritmo evolutivo  y cuando hablamos de aprendizaje y de adquirir hábitos, más rápido no es mejor, al contrario, es peor.

Recuerda que aprender requiere su tiempo, y eso es lo que hay que darles a los niños. Tiempo. Calma. Paciencia.  Luis y yo tenemos que levantarnos una hora antes que los niños para conseguir salir a la hora adecuada. Esto implica que a las 6:00 am estamos en pie. ¿Cuesta? Si. ¿Es para siempre? ¡Esperemos que no!

2. Castigar, chantajear, amenazar o gritar para que haga las cosas o porque las hace despacio o con desgana.

 

Estamos en un proceso en el que enseñamos a nuestros hijos que hay que colaborar pero no a través de la imposición, la obligación y la amenaza. Buscamos la motivación intrínseca y esto se consigue con calma y a través del ejemplo.

Si tus hijos son pequeños (2-3 años), haz que las obligaciones sean un juego.

Si son más mayores (a partir de 4) introduce el ritmo en las rutinas y los juegos de transición ( por ejemplo, entre rutina y rutina haz algún juego de manos tipo en la calle 24, cantad una canción, pon música y bailad como locos…). Haz que el cambio de actividad sea “menos malo” o incluso divertido. Los niños aprenden jugando, así que cuanto más juego haya, más van a aprender. Llegará el día en que no tengas que jugar para lavarles los dientes, lo harán ellos solos al haber interiorizado la rutina.Y os prometo que ese día llegará (aunque seguirás oyendo un nooooo, no quierooooo), y te aseguro que echarás de menos los juegos.

Cuando los niños tardan demasiado en cenar hay veces que tiramos por el camino fácil para ahorrar tiempo y le acabamos sobornando o castigando. Puedes llegar a decirle “como no te acabes ya el plato no hay postre”. La realidad es que al día siguiente hará lo mismo, pues has puesto un parche pero no has arreglado nada, porque en realidad no hay nada que arreglar. Si son peques, tardarán en cenar. Es así. Y si es demasiado tiempo, asegúrate de que no están viendo la tele mientras cenan, que el momento de la cena es agradable, ya que a nadie le gusta comer o cenar en un ambiente donde todo son prisas, comentarios tensos, enfados, riñas…  procura cenar o comer todos juntos.

Todo eso ayuda a que el ritmo se vaya acompasando y adecuando. Si le castigas, recuerda lo que provoca el castigo: cero aprendizajes, y muchas consecuencias negativas.

3. Obligarlo a hacer algo por las malas

 

Te pongo en situación: No quiere vestirse (o no quiere cenar, no quiere bañarse, no quiere peinarse…) y tú acabas perdiendo la paciencia, explotas, y sueltas sapos y culebras por la boca. Tal vez tienes prisa (es por la mañana y llegáis tarde al cole y al trabajo), tal vez has tenido un día duro y estás agotada, o simplemente, quieres que se hagan las cosas rápido y bien…

Cualquiera de estos casos… error.

Explícale que tenemos que vestirnos antes de salir de casa, que si no, la alternativa es salir en pijama (y si un día tiene que salir en pijama, puedes llevar la ropa en una bolsa y que se vista en el coche. Te aseguro que es un gran aprendizaje darse cuenta de las consecuencias naturales de sus decisiones.

Muestra comprensión (puede que haya dormido mal y tenga mucho sueño, si le estás metiendo prisa, se sentirá agobiado, su ritmo es distinto al nuestro, lo que no quiere decir peor. Es el ritmo de los niños).

Anticípate: prepara la ropa por la noche, que tu hijo elija lo que ponerse…

También puedes destacar lo positivo de hacerlo. Por ejemplo, si toca ducha, proponle mejor un baño, cuéntale que en el agua puede jugar, puede divertirse… Si un día no quiere bañarse NO te tortures. Al día siguiente explícale que su pelito está sucio porque ayer no se quiso bañar y que hoy si o si le toca, pero puede elegir cuándo quiere hacerlo, con qué juguetes, puede ducharse solito o con mamá…

Habla con él, buscad un acuerdo que os venga bien a los dos.

4. Convertirte en un sargento

 

No te vuelvas loca con cenar a las 19.30. Baño a las 20.00, cuento a las 20.30 y en la cama a las 21.00. Se flexible, te lo agradecerás y te lo agradecerán.

Creo que un hogar no debe convertirse en un cuartel y al final, será contraproducente para ti y para tu hijo. Como ya os contábamos en el artículo ¿son importantes las rutinas? es preferible hacer un cuadro de rutinas con actividades pero no con horas. Así no hay presión añadida, y permites que las propias rutinas sean algo vivo, algo cambiante en función de vuestras necesidades. Incluso podéis hacer una mini-reunión por la mañana para establecer las rutinas o actividades del día.

Es más, si son pequeños tus hijos, y todavía no saben leer, pon únicamente dibujos o fotos de la actividad. Fácil, divertido y mucho más sencillo que lo interioricen.

 

 

Un hábito no se adquiere en un día. Una rutina tampoco. Es incluso probable que tengas que modificarlas varias veces, porque algo que hayas incluido no funcione.

Las rutinas deben ayudar a la organización del hogar, y dar seguridad al niño. Si se convierten en motivo de estrés o como arma para obligar a hacer algo a tu peque, mejor olvídalas y busquemos otra solución.Recuerda que las rutinas en los niños requieren de paciencia, ejemplo y trabajo en familia para que en ningún momento se nos olvide el propósito  que tienen y se conviertan en malos hábitos o medios para conseguir lo que nosotros, los adultos, queremos.

Dale tiempo al niño para habituarse y entender los beneficios de las rutinas. Para ello, es fundamental que participe a la hora de elaborarlas, que proponga ideas y que éstas se acepten (al menos, que sienta que su opinión es importante).

Aseguraros de que las rutinas no sean solo obligaciones (ducha, deberes, etc). Incluye juego, tiempo especial, leer cuentos, ver una película… y por supuesto, si has puesto que después de hacer deberes toca tiempo especial, jugar a algo toda la familia, o ver una peli todos juntos, esto es sagrado. Si no, le estás dando pie a tu hijo a entender que él puede no hacer lo que no le apetece ya que su madre o su padre también lo hacen.

Y sobre todo, disfruta. Incluye planes divertidos cada día (pueden ser 10 minutos de saltos en la cama, 10 minutos de masaje, 15 minutos de escondite…)

Como ves, no se necesita mucho tiempo, pero es un tiempo con el que ganas conexión con tu hijo.

 

¿Y tú? ¿Caes en alguno de estos errores? 

Con cariño,

Laura

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