¿Es posible educar con calma y paciencia?

 

Peleas, rabietas, negativas, prisas…

La verdad, educar con calma y paciencia es, en muchas ocasiones, una misión imposible…

Sin embargo, es a lo que aspiran la mayoría de mamás y papás (al menos los que nos siguen 😊).

Estar más relajada, no perder los nervios a la primera y ser un buen ejemplo, son aspiraciones que todas las mamás y papás tenemos. Sobre todo después de la pandemia mundial que hemos y estamos viviendo.

Son muchas las familias preocupadas por su estado de estrés y nervios y de cómo este estrés y nervios está afectando a la educación, relación y conexión con sus hijos.

 

Obstáculos para mantener la calma y no gritar

 

Uno de los principales obstáculos que tenemos las madres y padres de hoy es, sin duda, la urgencia y la inmediatez. 

Urgencia en obtener resultados, resultados que queremos ya.

  • «Quiero que mi hijo se controle»
  • «Quiero que mi hijo haga las cosas cuando se las pido»
  • «Quiero que mi hijo obedezca a la primera»
  • «Quiero que mi hijo se vista rápido porque si no, llegamos tarde»

 

El problema es que la urgencia y la inmediatez chocan de lleno con el desarrollo del niño o de la niña.

 

No se pueden apresurar los aprendizajes ni los ritmos. Un niño de 3 años no se puede vestir a la velocidad de un adulto, por mucho que necesitemos que lo haga.

 

Es como pretender que un bebé de 4 meses empiece a caminar. Sería una locura ¿Verdad?

 

Sin embargo, según crecen, empezamos a perder la paciencia y queremos que hagan las cosas inmediatamente, sin darnos cuenta de que no es que no quieran, es que todavía no están preparados ni desarrollados para ello. 

 

El problema es que la urgencia y la inmediatez chocan de lleno con el ritmo de desarrollo del niño o de la niña.

 

Un error muy habitual y que debemos trabajar, es precisamente esperar de nuestros hijos una lógica y una forma de razonar adulta. Se pretende y se espera que los hijos lo hagan todo bien a la primera, pero  nos olvidamos que los niños no son adultos en miniatura. Son niños, con las características y habilidades de un niño.

 

 

Los niños no son adultos en miniatura. Son niños, con las características y habilidades de un niño.

 

Otro obstáculo que tenemos para poder educar con paciencia es que nuestra actividad cotidiana, por lo general, no facilita el desarrollo de la paciencia.

 

 

Tenemos mil responsabilidades, en casa y en el trabajo, horarios difíciles, falta de conciliación… llegamos a casa tarde, cansados, a veces desmotivados…

Y pagamos nuestro estrés, cansancio y desmotivación con quien menos lo merece y mas nos quiere incondicionalmente: nuestros hijos.

Y es que vamos siempre con prisas, por un lado, y tenemos todo a un clic de distancia, por otro.

Y eso es lo que aprenden los niños.

Al hablar de paciencia se alude a la capacidad de padecer o soportar algo sin alterarse, así como también a la facultad de saber esperar cuando algo se desea mucho.

Y la mayoría de veces, fallamos en ambas.

Y claro, eso es lo que les estamos enseñando a los niños.

Los niños de ahora no tienen paciencia.

 

Claro! es lo que les estamos enseñando: inmediatez y urgencia.

Está claro que vivimos acelerados, el ritmo de vida que llevamos no es el que nos gustaría y que esto hace precisamente que perdamos los nervios con más frecuencia. Y somos conscientes de que no es un ritmo adecuado para los niños…

Pero por ahora, no podemos cambiarlo, es lo que hay, así que nos toca jugar con esas cartas.

Claves para educar con calma y paciencia

 

Cuando no podamos hacer nada para cambiar nuestro ritmo de vida (analiza bien esto, porque a veces es cuestión de revisar nuestra agenda, priorizar y ceñirnos a la misma), tenemos que buscar recursos que nos ayuden a lograr nuestro objetivo.

 

1. Los niños no son adultos

Una vez interiorizamos esto, empezaremos a entrenar la paciencia. Entender que los niños tienen unas habilidades en proceso, tienen falta de entrenamiento y necesitan aprender. Las cosas no se aprenden a la primera, y ahí entra la paciencia: paciencia para entrenar, para ser guías respetuosos con sus procesos, repetir y repetir hasta que se interioriza (y no se interioriza hasta que no están preparados para ello).

 

2. Educamos con el ejemplo

A ser paciente se enseña siendo paciente. No seas ilusa: si no predicas con el ejemplo, de nada valen las palabras. Si tu eres paciente, tus hijos aprenderán a serlo. Si recurres al grito fácil, es lo que aprenderán. Si quieres las cosas ya, luego no te sorprendas si tus hijos reclaman inmediatez.

 

3. Educar con paciencia requiere esfuerzo

Venimos al mundo de la maternidad y paternidad con una mochila llena de creencias y patrones adquiridos, que cuesta mucho soltar.

Carecemos de autocontrol cuando se trata de corregir a los niños, nos olvidamos de conectar primero y claro, no vemos avances. Tener paciencia requiere un esfuerzo consciente, requiere poner foco y fijar nuestro objetivo a fuego.

Te propongo algunas técnicas:

Respiraciones conscientes.

Busca 5 minutos al día para ti, para practicar la respiración consciente. Busca un lugar cómodo, a solas, pon música suave, y cierra los ojos. Inspira contando hasta 4, llenando el estómago de aire. Retén el aire contando hasta 4, y expira lentamente contando hasta 6 (que la expiración sea más larga que la inspiración).

Salida estratégica

Cuando ante un conflicto, sientas que vas a perder los nervios, sal de la habitación unos segundos y lávate la cara, echa agua fría en tus muñecas, da tres saltos, o haz 3 respiraciones conscientes. Una vez hayas recuperado la cordura, vuelve y gestiona el conflicto desde la calma.  Si ves que vuelves a perder los nervios (Esto es un entrenamiento, no lo olvides), repite la salida estratégica.

Eres un espejo

Imagínate a ti misma o a ti mismo como un espejo cuando estés delante de tu hijo. Tu hijo se ve reflejado en ese espejo y hará lo que tu hagas, dirá lo que tu digas, actuará como tú actúes. También al revés, visualiza a tu hijo como un espejo: puedes verte a ti misma o a ti mismo en sus reacciones. Identifica cuáles son propias de su edad, y cuáles son propias del aprendizaje que ha hecho a través de tu ejemplo. ¡Te sorprenderás!

 

 4. Educar con paciencia requiere autocuidado

¿Cuánto hace que no te dedicas tiempo? ¿Que no te prestas atención?

Para educar bien, tenemos que estar bien. Al revés no funciona.

Agéndate tiempo para ti. Pueden ser los viernes de 20 a 20:30h, los martes a las 18h… pero agéndalo e informa a todos que ese tiempo es para ti. Y SÓLO PARA TI.

Cuanto más calmados estemos nosotros, más calmados estarán nuestros hijos e hijas, cuantas más herramientas propias tengamos para controlarnos, más herramientas les enseñamos para conocer su propio estrés, su propia frustración y su búsqueda personal de la calma.

 

5. No esperes que los demás cambien para tener más paciencia

 

Eso no va a pasar. Los demás cambiarán cuando cambies tú.

Lo único que puedes controlar es a ti mism@, así que no esperes que los niños se porten mejor, para que tu puedas mantener la calma.

Es al revés: los niños se portan mejor porque tú mantienes la calma.

 

Espero que te haya gustado el artículo y que te haya hecho reflexionar.

¡Me encantará leer tu opinión!

Con cariño,

Laura

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