Es curioso cómo cada vez hay más terapias, cursos y ejercicios para mejorar nuestra autoestima. Trucos para aprender a querernos más, a cuidarnos más, a respetarnos más… para tener una vida adulta más plena y satisfactoria.

 

O tal vez no es tan curioso… si no fomentamos una buena autoestima en la infancia, normal que luego tantos adultos carezcan de ella y dependan de los demás para ser felices, se identifiquen con sus errores o necesiten la gratificación y la aprobación de los demás para sentirse aceptados.

 

Es más fácil criar niños felices que arreglar adultos infelices. Y para conseguirlo, hay que empezar desde la más tierna infancia a fomentar buenos hábitos que ayuden a nuestros hijos a crearse una buena autoestima y alta confianza en sí mismos.

 

¿Pero qué es la autoestima en realidad?

 

Los padres no podemos proteger a nuestros hijos de todos los obstáculos de la vida, de todos los retos y desafíos que se van a encontrar en su camino vital. En realidad, ni podemos ni debemos. Los niños deben aprender y desarrollarse de tal forma que sean capaces de enfrentarse a los obstáculos, retos y desafíos por si mismos, sin necesidad del adulto.

 

No podemos preparar la vida para los niños, pero si podemos preparar a los niños para la vida.

 

La vida no es dura, como muchos adultos insisten en decir a los niños. Todo depende de la óptica con la que mires la vida, y de la autoestima que tengas.

 

La autoestima infantil se empieza a formar en base a las relaciones que el niño o niña establece con las personas de su entorno cercano: padres, hermanos , maestros…. En torno a los dos años, empieza la etapa de descubrimiento y exploración, en la que un buen acompañamiento va a significar que adquiera confianza en sí mismo y en su entorno o empiecen a formarse miedos e inseguridades.

 

La autoestima se expresa a través de las emociones y sentimientos que el niño muestra, y a esas edades no sabe ni nombrar y mucho menos gestionar. De cómo lo acompañemos, va a depender en gran medida su autoimagen y su percepción de su propia capacidad. Si el niño se siente confiado y acompañado por su entorno, será capaz de asumir riesgos (controlados por nosotros), de explorar y aprender, de desarrollar habilidades y por tanto, adquirir, de forma natural, una autoestima alta.  En caso contrario, si el niño no confía en su potencial y tiene una mala percepción de si mismo, de sus capacidades y habilidades. Si percibe que el error se penaliza, irá poco a poco asumiendo que es preferible no arriesgarse, no explorar, e irá consolidando ciertas ideas y sentimientos negativos hacia sí mismo, lo que irá formando una autoestima baja.

 

¿Y cómo podemos ayudar a nuestros hijos a que desarrollen la creencia de que son capaces, válidos e importantes? ¿En definitiva, ayudarlos a desarrollar una alta autoestima? Vamos a ver entonces 10  claves para fomentar una buena autoestima en tus hijos:

 

10 claves para fomentar una alta autoestima en los niños y niñas:

 

1. Se ejemplo.

Ya decía antes que la mayoría de adultos tenemos una baja autoestima, por lo que el primer paso es trabajarnos a nosotros mismos, dejar de identificarnos con nuestros errores y fomentar nuestras fortalezas, para poco a poco, ser capaces de acompañar a nuestros hijos en las suyas desde el ejemplo, que como ya sabes, es la mejor (o casi, única) forma de aprendizaje de los niños.

 

2. Límites y normas coherentes

Como ya hemos dicho muchas veces, la crianza respetuosa no es dejar que el niño haga lo que quiera. Es fundamental tener unos límites y normas en casa respetadas por todos, coherentes y claras, explicadas al niño y adaptadas a su edad y etapa de desarrollo.

Consejo: pocos límites mejor que muchos, será más fácil que los niños los respeten. Y si los estableces en positivo, explicando lo que SI pueden hacer en vez de lo que no pueden hacer, mejor.

 

3. Corregir la conducta, no la persona.

Cuando tu hijo se equivoca, porque haya tomado una mala decisión o simplemente porque todavía no tenga habilidades suficientes, podemos regañarlo y censurarlo (no seas malo, no seas travieso) o podemos corregir la conducta equivocada, el comportamiento inadecuado de manera respetuosa y positiva (explicando, corrigiendo con amabilidad, reforzando los límites, y recordando lo que si puede hacer).

Evita hacer sentir culpable a tu hijo. La culpa no conduce a nada positivo y no enseña absolutamente nada (mediante un castigo, una reprimenda o censurando a la persona). Mejor enfocarnos en soluciones y asumir responsabilidad (¿qué podemos hacer si se ha derramado el agua? ¿cómo podemos jugar juntos sin pegar o tirar las cosas?)

 

4. Valorar el esfuerzo, no el resultado.

Esto es fundamental para desarrollar una alta autoestima. Necesitamos dejar de halagar el resultado y enfocarnos en el esfuerzo, sea cual sea el resultado. Ser conscientes del esfuerzo y del aprendizaje es mucho más motivador que haber conseguido o no resultados. Y enseñar esto a los niños es un gran aprendizaje que conduce inexorablemente a una vida más feliz y equilibrada.

 

5. Fomentar su autonomía.

Déjales tomar pequeñas decisiones en cuanto a sus relaciones o hábitos diarios. Pueden elegir el menú semanal, la ropa que se van a poner, que lleven los vasos a la mesa, que se echen agua en el vaso… todos los niños necesitan tener cierto poder, y esto es tan sencillo de conseguir como dejandoles que tomen decisiones, en la medida de su edad y autonomía.

Ayuda a tu hijo cuando te lo pida, y sólo cuando te lo pida. Permite que tu hijo aprenda por si mismo, en vez de por prisa, comodidad o el qué dirán, acabas haciendo tú las cosas que tu hijo es capaz de hacer por si mismo, si le diéramos el tiempo suficiente para hacerlas.

 

6. Trabajar y corregir las creencias limitantes.

Los niños están permanentemente tomando decisiones, y estas decisiones las toman en base a su interpretación de la realidad, de lo que perciben y de los mensajes que reciben. El problema es que son grandes científicos y observadores, pero pésimos intérpretes, y esto puede hacer que tomen decisiones basadas en creencias equivocadas, debido a una mala interpretación. Por ejemplo, decidir volver a hacerse pis, porque ha tenido un hermanito que le ha quitado su sitio y en base a una creencia de que mamá ya no le quiere, decide hacer lo que hace su hermanito para recuperar así su sitio de nuevo.

 

7. No penalizar el error.

Un mal comportamiento no es más que una mala decisión, un error. Y los errores son grandes oportunidades de aprendizaje. Aprendemos más y mejor de los errores que de lo que hacemos bien.

Si penalizamos el error, la consecuencia será que los niños aprendan que equivocarse es malo, y que merecerán una penalización si se equivocan, lo que llevará a que prefieran no arriesgar, a que se les castigue por hacerlo.

Ante un error, buscad una solución juntos, hablad sobre ello y reforzad el mensaje de que el error no es malo, simplemente aprendemos de ello y tratamos de esforzarnos para que no vuelva a ocurrir. Y si ocurre, repetimos el mismo proceso.

 

8. Pasar tiempo especial, en exclusiva, con tu hijo.

Dedica 10, 15 minutos al día a estar con tu hijo, por y para él, sin móviles, obligaciones ni distracciones. Que él elija qué hacer y cómo hacer. Esto es mágico para los niños y también para nosotros. Es la mejor manera de conocer realmente a tu hijo, de entenderlo, de respetarlo, fomentando conexión, empatía y confianza.

 

9. Demuestra amor incondicional.

Lo haga bien o lo haga mal, demuestra que lo quieres, haga lo que haga, sea quien sea. El amor incondicional no malcría, te lo aseguro. No incentives que tus hijos tengan que “ganarse tu amor” portándose bien o haciendo lo que entiendes que deben hacer. Corregir se puede hacer desde el amor, no está reñido. 

 

Cuando un niño sabe que lo quieres a pesar de sus errores, será más fácil que tenga ganas de colaborar y de aprender alternativas a su conducta o soluciones a un posible mal comportamiento. En este sentido, es muy habitual escuchar frases como «si pegas eres malo y no te podré querer», «si insultas me pongo triste», cuando pegar, insultar, tirar objetos… no son mas que actitudes normales en edades tempranas, cuando no tienen todavía habilidades ni recursos para gestionar emociones explosivas (normalmente enfado o frustración).

 

Prueba a corregir a tu hijo conectando primero con él, con una sonrisa, palabras amables y poniéndote a su altura, después de haber validado sus sentimientos y después de haber dejado un tiempo para enfriaros los dos. Te aseguro que la película (y el ambiente familiar) cambiarán radicalmente.

 

10. Agradecer. 

Se agradecida con tu hijo. Agradece su esfuerzo, sus ganas de colaborar, su sonrisa… en vez de valorar el resultado (Que bien has recogido tus juguetes) opta por agradecer (gracias por recoger tus juguetes).

 

Nuestra meta es construir una relación de cariño, libre de miedos que permita la expresión de todas las emociones y a su vez, proporcione confianza a nuestro hijo, que haga que crea en sí mismo, y sea capaz de construir su propia vida.

 

Espero que  estas claves te ayuden a lograr esa meta que tenemos todos los padres y madres para nuestros pequeños.

 

Ya sabes que si quieres comentar… ¡te leemos y te contestamos!

 

Con cariño,

Laura

 

 

 

¡Oferta Black Friday!

60% descuento

Formación CFC
Self Study

(Hasta el jueves 30 a las 23:59)

¿Te podemos ayudar?